Siempre he defendido el vómito como proceso catárquico, como símbolo de empezar de nuevo otra vez. Vomitar para cambiar, para olvidar las noches de sexo, tus manos, las risas en voz alta, esas cenas compartidas y los abrazos de madrugada. Para sacarte de dentro de mí, porque me duele y porque no puede ser. Vomitar cualquier tipo de sentimiento, tomarme un smint de menta y volver a comerme el mundo, como antes de ayer, pero un poco más débil y triste. Y más delgado, dónde va a parar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Eres maravilloso. No sé qué es lo que ha pasado pero él se lo pierde.
Un abrazo fuerte
Vomitar para sacar lo malo y lo bueno de dentro? Sí, más delgado, pero más práctico. Dónde va a parar...
Muy bueno, Nacho, muy bueno...
Eso para los que vomitar es algo fácil. A mi me cuesta horas, y me deja echo un trapo... Creo que también vale en tu metáfora.
Un beso fuerte.
(L)
ey ko, vomitar dicen que es siempre una buena purga. Espero que no tengas que hacerlo muy a menudo ;)
Yo estoy con luigi, no tengo ese reflejo en la garganta, me es imposible vomitar sin sufrir un calvario durante horas. Claro que eso tiene sus ventajas...
Además, a mí no me hace falta vomitar para estar delgado, la grasa se me acumula en la cara. Sí, muy triste, lo sé: los niños lloran cuando paso a su lado; pero tengo una figura de sílfide -de lo esmirriado. Aunque a la defectuosa biología de mi cuerpo ahora que sudo un poco más que antes le ha dado por ir haciéndolo desaparecer -al acné digo yo ya soy medio transparente por naturaleza. Eso sí, muy lentamente, no vaya a ser que me dé por alegrarme mucho o un síncope, o algo.
Publicar un comentario