martes, enero 31, 2006

Sexo

Velas, esencias, luz tenue y sábanas negras de Zara. Cuerpos que se mueven al compás de sus instintos. Respiración entrecortada. Deseo. Sombras chinescas proyectadas en la pared. Encima. Debajo. Delante y detrás. Contornos que se deslizan al calor del frenesí. Sudor. Humedad. Piel contra piel. Siluetas flotando en éxtasis...

lunes, enero 30, 2006

Silencios

Esta tarde he pensado en todas aquellas cosas que no hemos dicho hasta ahora, y que probablemente no llegaremos a decir nunca.
He pensado en los silencios, y en los sentimientos que día tras día guardamos en nuestro interior y que terminan languideciendo al no llegar jamás a ver la luz.
Muchas veces nos callamos por evitar enfrentamientos (esa odiosa sensación de tener que mordernos la lengua), otras por no hacer daño, y otras muchas (la mayoría, para ser sinceros) por pura cobardía. Por el miedo que nos da el hecho de enfrentarnos al mundo, de decir nuestras verdades tal y como vienen a nuestra cabeza y a nuestro corazón.
¿No seríamos más felices, o como mínimo un poco más libres, si decidiéramos abrir todo nuestro ser al resto del mundo, aun a riesgo de los golpes que pudiéramos recibir? Yo apostaría a que la respuesta es un sí...
Hace pocos días ví una película, En la ciudad. Está dirigida por Cesc Gay, y en ella retrata la vida de un grupo de amigos de clase acomodada en la gran ciudad (en este caso, Barcelona)
Esta película habla de las relaciones, las infidelidades, las mentiras, la soledad, los deseos que guardamos en secreto...
La verdad es que la película en general no terminó de llegarme, pero hubo partes que sí me llamaron la atención y me sirvieron para reflexionar sobre los silencios y las cosas que jamás reconoceremos:

En la película, Irene tiene treintaytantos, está casada con Manuel, y tiene una hija de 5 años. Irene es la responsable de un museo, y un día cualquiera se encuentra con una antigua compañera de facultad, por la que se sintió fuertemente atraída años atrás. Acepta su invitación para tomar café, y juntas se dirigen a casa de la chica para recordar viejos tiempos.
Allí Irene observa todo lo que le rodea: es una casa cálida, acogedora, en la que se percibe el aroma de la libertad, de la sinceridad, de la ausencia de prejuicios... Es una casa muy distinta a la suya, tan llena de convencionalismos, de verdades ocultas. La conversación fluye entre ambas, más tarde continúa bajo las sábanas, y horas después Irene se marcha.
Irene comienza a pensar en qué le faltó para dar ese paso que la diferencia y aleja tanto de su anterior compañera. Qué ocurrió para que los caminos de sus vidas tomaran rumbos tan diferentes... ¿Había sido una cobarde? ¿No había sido capaz de tomar las propias riendas de su vida? ¿Por qué no pensaba en sí misma alguna vez?
Irene decide escapar, marcharse lejos abandonándolo todo. Irene dejará su vida, se marchará con las manos vacías, sin rendir cuentas a nadie y sin hacer ruido...
Irene lo tiene claro, ya nada la detendrá: ni sus amigos, ni su marido, ni siquiera su encantadora hija.Irene ha decidido comenzar a vivir.
El mismo día de su cumpleaños, Irene se marchará para no volver.
Irene llega a su casa, nerviosa, extasiada en su locura. Irene comienza a amontonar su ropa en una pequeña maleta. De repente, algo la detiene. Es la voz de su marido: "¿Te vas a algún sitio?", pregunta con mirada de interrogación... "Ven un momento, Irene, tengo que enseñarte algo..."
Irene le sigue cabizbaja a la terraza. "¡Sorpresaaaaaa!! "
Irene observa estupefacta cómo, alrededor de la mesa, todos sus amigos sonríen, le miran, y le cantan a coro un cumpleaños feliz que retumba en sus oídos como la más terrible de las melodías.
Irene no es capaz de articular palabra. A duras penas, consigue esbozar una medio sonrisa y sentarse en la única silla que queda libre.
Momentos despúes, aparece la tarta. Besos, abrazos, conversaciones confusas...
Irene rompe a llorar. Se hace el silencio en la estancia. Nadie se atreve a decir nada.
Irene percibe el fracaso de su frustrada huída, y pierde todo el valor que momentos antes la empujaba a escapar...
Irene seca sus lágrimas, afirma a los comensales estar emocionada por haberse acordado de su cumpleaños, da un beso a su hija y se prepara para apagar las velas...

domingo, enero 29, 2006

Pequeños placeres

- Bajar a la calle y notar que acaban de cortar el césped (tendríais que verme tratando de aspirar toda la estratosfera... jajaja)
- Ir de compras y fundir la tarjeta de crédito
- El batido de chocolate (auténtica adicción...)
- El primer chapuzón en la piscina cada verano
- Cortarme el pelo (aunque luego nadie lo note...)
- Tomar un té con leche en buena compañía en el Presidente
- Los primeros días de calor del año, cuando por fin puedes abandonar la cazadora (aunque sea momentáneamente)
- Conocer los bares más in de la ciudad (maldita superficialidad que me ahoga... jaja)
- La carne de gallina al ver una película que me llega
- Escuchar una nueva canción y saber que se convertirá en una de mis favoritas
- Las inolvidables sobremesas con mis amigos (la última duró 11 horas y cayeron decenas de botellas de lambrusco :D)
- Tostarme al sol en la terraza (en épocas del año en las que poca gente se atreve)
- Los besos en el cuello, en todas sus variantes.
- Cocinar un plato nuevo, y que salga bueno (o al menos comestible)
- Quedar con un amigo que hacía siglos que no veía, y comprobar que es como si no hubiera pasado el tiempo
- Ir al karaoke, comernos el escenario, hacer el ridículo colectivamente, y encima dejar documentos gráficos de ello (la bomba)
- Tener pájaros en la cabeza (toda una filosofía de vida)
- Los planes improvisados. Esos en los que no sabes cuándo acabarás, ni cómo...

Os animo a que, si os apetece, os unáis a mi larga lista y pongáis todo aquello que hace que, para vosotros, cada día merezca la pena (en un comentario, o en vuestros blogs, o en la puerta de un baño público, o en un tatuaje en vuestros glúteos... donde os dé la gana :-) )
Besitos!

sábado, enero 28, 2006

Quién nos lo iba a decir

Quién nos iba a decir que esa noche tan extraña nos encontraríamos. Que nuestras miradas se cruzarían en aquel lugar abarrotado de gente. Que entablaríamos esa conversación tan tonta en la barra. Que conectaríamos y que, más tarde, me marcharía contigo a lomos de tu moto. Que, fruto de los nervios, te darías ese enorme y (perdóname) gracioso golpe en la pierna al llegar a tu casa... Que, después de curarte, pasaríamos horas y horas hablando de todo y nada. Que, a las pocas horas de conocerte, tendríamos la sensación de conocernos de toda la vida... Y que antes de amanecer me llevarías a casa (recuerda que por aquel entonces tenía hora...)
Que al día siguiente me llamarías. Que volveríamos a vernos... Y que esa noche tan extraña sería la primera de estos dos preciosos años...

viernes, enero 27, 2006

Calidad humana

Estos días he estado estudiando una asignatura bastante interesante (el sábado me presenté al examen). La asignatura en cuestión se llama Dirección de Recursos Humanos, y mientras me estudiaba una parte del temario, leí un apartado que me hizo reflexionar. Básicamente, aunque con palabras mucho más técnicas y "políticamente correctas", en ese apartado se decía que cuando una empresa se vuelve menos competitiva y hay que reducir la plantilla, es conveniente despedir a los trabajadores más viejos (porque su productividad es menor, la empresa ya no va a recuperar mucho dinero con su trabajo...)
A mí este razonamiento me pareció repugnante. No todo en la vida son números, y eficiencias económicas y técnicas... No me jodas, un poco de calidad humana.
Por ello, he querido reflejar en esta especie de "cuento urbano" una situación que podemos ver todos los días a nuestro alrededor...


El señor Martínez lleva treinta años trabajando en la misma empresa. Cuando empezó allí, la empresa apenas era un taller artesanal, y los pocos trabajadores que allí había eran jóvenes e inexpertos, pero tenían unas enormes ganas de aprender y mejorar. Actualmente, la empresa tiene un aspecto muy distinto al de entonces: poco a poco incrementaron la plantilla, la clientela, el volumen de producción... La empresa fue adquiriendo prestigio en su sector, y finalmente una multinacional la absorbió.
El señor Martínez siempre ha estado ahí, a las duras y a las maduras, trabajando duro y luchando cada día para que a su mujer y a sus hijos no les faltara de nada. Para que su hija Carlota pudiera ir a la universidad, y tuviera la oportunidad de exprimir todo su potencial, esa oportunidad que a él no le pudieron dar. Para que Carlos, su hijo, pudiera tener esa silla de ruedas motorizada que tanta falta le hacía. Para que Carmen, su mujer, no tuviera que hacer malabarismos con las cuentas para llegar a fin de mes....
Al señor Martínez le quedan dos años para jubilarse, y todos sus seres queridos están deseando que llegue ese momento. El momento en el que al fin pueda disfrutar de todo aquello que ha creado, que ha conseguido conseguido con tanto esfuerzo y tesón...
Hoy ha habido un gran revuelo en la empresa: ha llegado el nuevo y flamante director de recursos humanos. Es un chico joven, guapo, bien vestido y mejor peinado. Con gran soberbia, ha bajado de su Audi, ha empezado a acomodarse en su nuevo despacho, y ha presentado a la dirección general su plan de personal dirigido a la reducción de costes.
Esta tarde, el señor Martínez ha recibido una carta. En ella le comunican que la empresa reduce su personal, y que prescinde de sus servicios. Eso sí, le agradecen la dedicación durante toda su vida a la empresa, y le indemnizan con seis mil euros y un reloj chapado en oro.
El señor Martínez dobla cuidadosamente la hoja, vuelve a meterla en el sobre, y se marcha cabizbajo, camino de su casa.
El señor Martínez podría ser tu padre. O el tuyo. O quizás el tuyo. O probablemente pudiera ser el mío...

Tu risa...

No hay nada como esas tardes en las que ríes con fuerza. Puede ser en clase, en los pasillos de la facultad, en cualquier cafetería o en plena calle. Pero te ríes con esa fuerza que te caracteriza. Te ríes, y en ese momento poco o nada importa lo demás... solo tú, tu risa y yo. Te ríes con fuerza, con franqueza, y la gente alrededor nos mira (envidiosos...), y me contagias con tu risa. Y río. Y ríes. Y entonces tropiezo, y nos volvemos a reír...

jueves, enero 26, 2006

24 horas

24 horas para descansar, para cambiar de aires. Es el tiempo que me he tomado para tratar de desconectar de la vorágine de exámenes de estas semanas.
24 horas para olvidar el enorme temario de dirección de recursos humanos, del que me había empapado durante los últimos días...
24 horas en las que me has venido a recoger, hemos ido a comprar juntos, hemos reido, hemos cocinado, hemos cenado, nos hemos abrazado, te he besado, me has besado, hemos jugado bajo las sábanas, y después he sentido tu corazón latir mientras dormías...
24 horas como una burbuja de oxígeno para volver con más fuerzas y ganas que nunca a por los exámenes que quedan.
Gracias por estas 24 horas que ahora terminan ;-)

martes, enero 24, 2006

Reflejos

Hace ya unos cuantos meses que fui con mi mejor amiga a un coloquio sobre la película Princesas. La charla tuvo lugar en mi facultad, en un ciclo de cine que hacen durante todo el año, y vinieron Fernando León (el director) y Candela Peña (soberbia interpretación...).
Durante un par de horas estuvieron hablando sobre el rodaje y sobre la película, la gente les hizo sus propios comentarios, más o menos afortunados (hubo un par de frases que le sentaron especialmente mal a la actriz, y con razón) y ellos estuvieron contestando como pudieron.
Todo esto que estoy contando viene a raíz de un comentario que surgió esa tarde durante la charla, y al que le he estado dando vueltas todo este tiempo.
La idea en cuestión es el rechazo que muchas veces nos producen personas de nuestro entorno más cercano (padres, hermanos...) y que probablemente se produce porque vemos reflejados en ellos todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos.
El comentario surgió cuando Fernando León comentaba el papel de Caye, y cómo ésta se siente violenta y nerviosa cada vez que se relaciona con su madre. Esto se debe en parte a que ve en su madre una especie de espejo en el que mirarse, y del que no le gusta el reflejo que le devuelve, ya que en él sólo ve soledad, pena y un vacío vital que le lleva a hacer cosas irracionales, como mandarse a sí misma ramos de flores haciéndose pasar por un admirador secreto...
He reflexionado mucho sobre todo esto, y he llegado a la conclusión de que a todos (o casi todos) en mayor o menor medida, nos invade alguna vez esta clase de sentimiento. Al menos a mí es un sentimiento que a veces me absorbe y me lleva a una espiral de malestar de la que me es difícil salir durante varios días.
En mi caso, esa situación de "rechazo a mi propio reflejo" me ocurre con mi madre. Somos dos personas muy parecidas, muchas veces pensamos igual, actuamos igual... y me duele profundamente ver que no le ha terminado de ir bien en la vida, que probablemente se merecía algo mejor, que es una persona maravillosa pero que está bastante sola... Y siento que no quiero que me ocurra lo mismo a mi, y pienso que lo más probable es que al final me suceda...
En fin, todos estos pensamientos son bastante complicados de expresar por escrito, pero sirve para desahogarse, que no es lo de menos.
Besos

lunes, enero 23, 2006

Bienes comunes

Un relato donde la aparente frialdad de las formas esconde los sentimientos más profundos, más bellos y más dolorosos que puede experimentar una persona. Una carta que habla sobre las mariposas en el estómago, sobre el amor, sobre la duda, sobre la angustia, sobre el reproche, y sobre todo, sobre las ilusiones rotas:
Esta carta me marcó desde la primera vez que llegó a mis manos, y sigue emocionándome cada vez que la vuelvo a leer.


Estimada Cristina:

Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.
Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.

Cosas a conservar:

- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina.
- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.
- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.
- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.
- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.
- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.
- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres.
- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).

Cosas que puedes conservar tú:

- Los silencios.
- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.
- El sabor acre de los insultos y reproches.
- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío.
- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.
- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.
- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.
- Jorge y Cecilia. Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.

Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo solo son eso: objetos.
Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (914070485) para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.

Afectuosamente,

Roberto.

Carta ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor. Por Susana López Rubio

Cobertura durante el centrifugado

He comprobado que el teléfono móvil no tiene cobertura dentro del tambor de la lavadora. Ayer, nada más despertarme de la siesta me puse a hacer la colada, y al separar encima de la cama la ropa de color de la ropa blanca, mi movil se metió en uno de los dos montones (con tal mala suerte de que no me dí cuenta) Encendí la lavadora, y al cabo de un rato me puse a buscarlo en plan mosqueado por la casa...
Llamé al móvil desde el teléfono fijo, y la simpática señorita de Vodafone me dijo que estaba apagado o fuera de cobertura... Ahí ya me empecé a acojonar, abrí la lavadora y comprobé que dentro estaban desperdigados la carcasa, la bateria... qué horror :-s. Se me ocurrió secarlo con la esperanza de que volviera a encenderse, pero nada. Lo que me molesta es que sólo tenía tres meses, y que tenía mogollón de fotos que quería guardar y que no tengo en el ordenador...
En fin, un minuto de silencio por el pobre Siemens (qué mala vida ha llevado conmigo...)

viernes, enero 20, 2006

Coseré mis alas rotas para volar a tu lado

Sagi Rei -L'amour Toujours

I still believe in your eyes
I just don't care what
you have done in your life
Baby I'll always be here by your side
Don't leave me waiting too long
Please come by
I, I, I still believe in your eyes;
There is no choice,
I belong to your life
Because I will live
To love you someday;
You'll be my baby
And we'll fly away
And I'll fly with you,
I'll fly with you.
Every day and every night,
I always dream that
you are by my side
Oh, baby, every day
and every night,
Well I said everything's
gonna be alright
and I'll fly with you.

jueves, enero 19, 2006

Mal de muchos...

Compruebo con inquietud que de nuevo se acercan los examenes, y que han vuelto a pillarme desprevenido. Ahora llegan esos días en los que debería concentrarme a tope, estudiar mucho, comer poco y dormir menos... pero este año no sé por qué no tengo ninguna gana de enfrentarme a ellos.
Debería ser al revés, pero cada vez que llega una nueva temporada de exámenes me pongo más y más nervioso. ¿No tendría que ser al contrario? Ya debería estar acostumbrado... Llevo mil años haciendo todo tipo de pruebas: fáciles, difíciles, mortales... y ahí estoy, nervioso como el primer dia. ¿Es que no tengo remedio eh?
Pero bueno, me quedo con la parte positiva de todo esto: puedo compartir este "mal trago" con mis amigos que están en la misma situación que yo. Juntos vivimos esos momentos de tardes enteras estudiando (o al menos intentándolo) en la facultad, de la tensión minutos antes de que te entreguen las malditas preguntas, de la cantidad de tonterías que soltamos para romper el hielo y relajarnos un poco...
Y ya sé que mal de muchos, consuelo de tontos, pero qué quereis que os diga, a mi me sirve.... ;-)

PD: Diosssssssssssss, el sabado por la mañana examen de Dirección Comercial, qué putadón.

jueves, enero 12, 2006

Recuerdos

Hoy me he acordado de ti. Y de todas aquellas cosas que no te llegué a decir nunca, quizás por falta de tiempo, quizás por falta de un momento adecuado, o posiblemente por falta de valor. Hoy también me he reprochado no haberte prestado la atención suficiente, la que merecías... Lo siento, no era consciente de ello en ese momento. Y me duele tener que decir todo esto ahora, un año después de que te marcharas. Te quiero yaya, y espero que estés donde estés te sientas orgullosa de mi.

Escuxando: Marta Sánchez - Profundo valor

miércoles, enero 11, 2006

Entre montañas de papel

¿No habéis tenido nunca la sensación de que se os acumula el trabajo? ¿Y que cuantas más cosas tienes pendientes por hacer, más apático y lento te sientes? Hoy tenía el firme propósito de ir a la biblioteca, pero al final me he quedado estudiando por casa... Hacía años que no me pasaba el día entero sin salir a la calle. Desde chiquitín había llegado a un acuerdo conmigo mismo por el que todos los días tenía que hacer algo, salir a dar una vuelta con alguien, comer por ahi, o aunque fuera bajar al perro ... ¡pero hoy lo he incumplido! Me he pasado todo el día en casa, pasando de todo y con el pijama puesto, en plan hibernación. A ratos he estudiado, otros he visto la maravillosa programación de la tele (ejem), otros he ordenado apuntes... Por cierto, hablando de apuntes: creo que mi vida empieza a correr serio peligro estos días: hay una probabilidad bastante alta de morir aplastado en mi cuarto por un alud de apuntes de la carrera. Poco a poco se han ido adueñando de mi habitación, ¡están por todas partes! Pero no me voy a dejar llevar por la psicosis, y voy a intentar acabar con ellos asignatura por asignatura, página por página (qué heroico ha quedado esto, parece que vaya a salvar el mundo por estudiar :-D)
Y bueno, poco más que contar por hoy... ¡Seguiremos informando en este blog que ya debe haber cumplido una semana!

martes, enero 10, 2006

Pensamientos...

Necesito que entiendas mi tristeza. Que mi melancolía no es un capricho, sino una expresión, una parte de mi. Que sepas que el amor es proporcional al dolor de la ausencia. Que no soy un mecanismo capaz de anular emociones y que el racionalismo no cura mis heridas. Que te quiero aunque la vida se ponga del revés y no me permita ver soluciones a corto ni medio plazo. Que seguiré esperando porque creo intensamente en ti. Y que si lloro (tendrás que perdonarme, lo hago a menudo) es porque de esas lágrimas nace el río que me permite navegar hasta ti, hasta tu mar de vida, nuestro único mar...

lunes, enero 09, 2006

Todavía

Uno de los relatos más emocionantes que he leído ultimamente... Un relato para reflexionar sobre las ilusiones, sobre la belleza de tener pájaros en la cabeza, y sobre la esperanza como el motor para volver a sentirse vivo:

Todavía

De cuando en cuando, mientras simulo revisar unos asientos contables armada con mi portaminas, aprovecho para observarte. Elevo los ojos del papel, cruzo los apenas veinticinco metros que nos separan y, si no hay ninguna interferencia visual, ahí te tengo. Estás mirando la pantalla del ordenador y tu perfil es mío durante unos instantes.
Llevas el pelo más largo de lo habitual, empieza a rizarse por la nuca. Hoy no te has afeitado, tu barbilla tiene una ligera sombra e imagino el roce áspero en mis dedos. Llevas una camisa azul clara con rayas blancas, el botón superior abierto, los puños remangados. Giras la cabeza hacia la izquierda y veo tu boca al completo, los labios que se abren, la lengua que se mueve. No puedo resistirlo. Mi estómago da una vuelta de campana y me refugio en las trincheras de la contabilidad.
En este momento finjo trabajar volcando datos contables en un aburrido informe mensual, pero desde hace un rato el informe se ha convertido en una carta, mi amor. Nunca hasta hoy te había espiado. Antes eras un compañero más. Bien es cierto que siempre habíamos congeniado, que solíamos tomar el café juntos, que me gustaba tu sentido del humor, tu ironía y tus ojos grises. Pero eso era hasta ayer, antes de que todo saltara por los aires.
No dejo de pensar en lo sucedido, como si tuviera una cinta rayada en la cabeza que cuando acaba vuelve a saltar al principio. La veo una y otra vez y vivo la repetición con morboso placer. Estamos los dos en la cafetería, apoyados en la barra, yo abro el bolso para sacar la cartera, la pitillera cae al suelo, una señora mayor que pasa junto a nosotros lo ve y te dice: se le ha caído algo a su señora. Y tú le sonríes y le contestas: no es mi señora, todavía. Me agacho a recoger la pitillera pero ya está allí tu mano y la rozo suavemente y la evito sobresaltada, como si hubiera sentido una descarga eléctrica. Me la entregas. Miro tu mano porque no me atrevo a mirarte a los ojos. La guardo mientras hablamos de trivialidades. Sé que estoy colorada. Me sucede siempre que me pongo nerviosa.
Me digo: fue uno de sus comentarios ingeniosos, no tuvo intención alguna, pero tus palabras han tenido un efecto devastador. Hasta que las pronunciaste, yo llevaba una vida convencional, cada paso subordinado a mi rutina de esposa, madre y ama de casa. ¿Quien era yo hace apenas veinticuatro horas?. Un persona dedicaba a su familia; ponía todos los días la lavadora, sacaba por las mañanas a pasear al perro, jugaba al parchís con mis hijos o les ayudaba a hacer los deberes. Una persona un poco abandonada de sí misma, que iba a la peluquería una vez cada dos meses, que se compraba casi toda la ropa en las rebajas, que pensaba que darse un capricho era comprarse un paquete de galletas surtidas... Alguien a quien en su último cumpleaños, al cumplir los cuarenta, le regalaron unas gafas para la vista cansada. Esa era yo. Era consciente de que en el metro, en la calle, nadie me miraba. Había ido perdiendo el color con el tiempo. Era gris.
Sin embargo, desde que utilizaste esa palabra: todavía, el mundo empezó a girar con un brío diferente. El viento empezó a soplar y me soltó el pelo que siempre llevo recogido. El sudor apareció en mis sienes y sentí la humedad en las axilas, sobre el labio, entre los pechos. Esas siete letras han sembrado el desorden, han caído como bombas en mi vida y han destrozado el paisaje diario y monótono de mi pequeña rutina. Aunque me digo que no tuviste intención, mi cuerpo y mi mente se han rebelado. Te imagino, te sueño, te visto, te desnudo, te chupo, te soplo, te añoro, te odio, te quiero, te hecho de menos. Creo que me he enamorado. Y en este arrebato que se sale de la lógica y de la razón me voy pintando a mi misma. Dejo de ser gris. Me visto de arco iris, de amanecer, de puesta de sol. Vuelve a haber colores. Ilusión. Alegría. Esperanza.
Esta mañana me he vestido con mimo. Y me he sonreído después para ver si mis dientes siguen siendo bonitos. Y me he pintado los labios y la raya de los ojos, y los párpados. Y he camino como si flotara, como si fuera más ligera. Y me he sentido bien, guapa y ágil, despierta, inteligente. En el metro, nadie me ha mirado. Pero si alguien lo hubiera hecho habría visto que emano una extraña luz interior. Me he convertido en luciérnaga.
A ratos me digo; eres una ilusa, una tonta. Estás sacando las cosas de quicio. El hizo un broma y tú te vuelves loca y empiezas a hacerte una película. Estás trastornada. Pero qué más da, me digo. En este punto de enajenación casi no importa lo que tú hayas dicho, lo importante es lo que yo siento, lo que me está sucediendo. Es la transformación. La aventura. El vértigo. Estaba muerta y he resucitado. Dios mío, tengo la sensación de haber subido a un rascacielos y mirar hacia abajo. Quizás sólo me quede saltar al vacío, pero lo importante es que estoy aquí arriba.
Me gustaría contarte algo. Sucedió ayer, al volver a casa. Yo estaba un poco seria, más bien silenciosa. No quería hablar con nadie. Quería estar a solas para pensar en ti. Fingí un dolor de cabeza y me fui pronto a la cama. Entonces se acercó mi marido y me preguntó cómo estaba. ¿Te pasa algo? añadió, estás muy rara. Le dije que no pasaba nada, que sólo necesitaba dormir. Entonces él me besó en la mejilla y me dijo: te quiero. Yo también te quiero, le respondí. Pero yo no había acabado mi frase. Mientras él se alejaba y yo observaba su espalda me di cuenta de que una palabra se me había quedado pegada en el paladar. Hice esfuerzos con la lengua pero no conseguía despegarla. Finalmente, con la ayuda del dedo índice pude liberarla. Era un todavía pequeño y pegajoso, débil y flojito que no sabía muy bien de donde había salido. Yo también te quiero, todavía, habían sido mis palabras.
Me tragué esa palabra con textura de plastilina, aún a riesgo de que actuara como una seta venenosa, o tuviera un efecto mágico como las galletas de Alicia en el país de las maravillas. Me la comí, y ahora la llevo conmigo a todas partes. No soy la misma persona, algo está germinando dentro de mi. No sé cómo llamarlo pero sé que es hermoso y que me va a cambiar la vida. Esa palabra chiquita me acerca a ti y vive en mi por ti y para ti. Me gustaría que me tocaras e intentaras sentirla aquí dentro. Se mueve con gran libertad. A ratos se pasea por la cabeza, otros duerme la siesta acurrucada en el corazón, otras me pellizca el estómago juguetona. Mira, ahora la siento aquí, en mi boca, me hace cosquillas, sonrío. Levanto los ojos del teclado y me encuentro con los tuyos.
Todavía es un tiempo indeterminado, una posibilidad, quien sabe si una oportunidad que no dejaré pasar. Por eso, dentro de unos segundos, colgada de tu brazo, avanzaré a tu lado, como una reina, camino de la cafetería.

Soledad Vargas

domingo, enero 08, 2006

De vuelta

De vuelta al estúpido sonido del despertador, a la sensación de no haber dormido lo suficiente, a levantar la persiana y descubrir que todavía no ha salido el sol (y que probablemente no salga en un día tan gris y lluvioso como éste), a la lentitud de mi adormecido cuerpo, a las prisas, al café bebido de pie y a la bufanda dando vueltas por el cuello. Terminan las vacaciones, y queda el leve sentimiento de no haberlas aprovechado otra vez, de que sin darte cuenta las has dejado escapar poco a poco...
Y al llegar a la parada del autobús, confirmas que siguen estando allí las mismas personas que el año pasado. Y los mismos empujones. Y el mismo vaho en las ventanillas... Da la impresión de ser una función de teatro que se repite día tras día, a la misma hora, en el mismo lugar, y con los mismos intérpretes, en muchas ocasiones simples figurantes...
Y aun así, decides dar la nota de color a una mañana tan falta del mismo, y recibir con una sonrisa a aquellas personas importantes para ti al llegar a tu lugar de destino... Y poco a poco, a ese día tan nublado empiezan a aparecerle vivos trazos de color dibujados por ti mismo...

Escuchando: Marlango - Gran Sol

En mi habitación

Para todos aquellos que alguna vez no se hayan sentido con fuerzas para levantar la persiana y afrontar la luz del día y la realidad que esto conlleva:

La persiana hasta abajo en este cuarto.
Versos que dicen todo y dicen nada.
Pensamientos que ya empapan mi almohada.
Aute de fondo susurrando
Je vere frere l’amour avec toi.
No consigo concentrarme y me digo:
no seas tonto que aquí no se esta tan mal.
Pero la vida me demuestra lo contrario,
día a día voy matando la esperanza de escapar

Sólo espero esa sonrisa atribulada,
y aunque mientas me regales ese instante
donde dices tan seguro que todo ira mejor.
Esa voz que me repite cada día,
no estés triste y descansa vida mía,
ya veras como mañana te encontraras mejor

He intentado levantar esa persiana,
escribir mil idioteces que hagan gracia.
Y secar mi almohada a carcajadas,
y otra música de fondo que no me arranque la emoción.
Y con todo he conseguido mas bien poco,
tras el cristal todo estaba nublado.
La almohada casi muere en un naufragio,
cuando oigo a Silvio susurrando :
"Mi única razón ayer se me perdió"
Solo espero que consigas darte cuenta,
y aunque sea difícil al final comprendas
que aunque ponga voluntad no habrá nada en el mundo
que me haga olvidar que no estas cerca,
que me enseñe a vivir sin repetirme
cuánto te echo de menos

jueves, enero 05, 2006

De compras, tráfico, dolores de cabeza...

Vaya dos dias! No he parado quieto ni un momento. Ayer fue en plan estresante, ya que era el primer dia que me llevaba el coxe (me saqué el carnet hace un mes escaso...) y acabé en un atasco enorme en pleno centro... ¿Se pone de acuerdo la gente para coger el coche todos a la vez? Yo creo ke si... Estuve a punto de rozarlo varias veces, que tensión :-S. Además no paraba de sonar la musiquita hortera del movil y yo no llegaba al asiento de atrás para colgarlo jeje. Y nada, nos fuimos de compras una amiga y yo al centro comercial toda la mañana (arrasamos en H&M :D). Tiene razón Carrie en Sexo en Nueva York con lo de irse de compras cuando está baja de ánimo, eh? ¡Qué subidón!, aunque éste sea momentáneo y bastante superficial. Bueno, pues luego me fui a recoger un regalo para esta amiga que había pedido por Internet a una librería de Madrid ( y que no tenía muxa confianza en que llegara, pero mira, al final lo han mandado y bastante rápido además). La librería se llama Ocho y Medio y está especializada en libros de cine, tienen guiones de pelis, libros sobre actores, directores... Os lo recomiendo, está bastante bien.
Después de todo el día fuera de casa, por la noxe me empezó a doler mogollón la cabeza y acabé supertirao en la cama (ni estudiar ni nada, un desastre... :-S), pero bueno, he amanecido más o menos bien, y he aprovechado para cortarme el pelo. Debo estar total, porque unas quinceañeras en pleno boom de hormonas se han puesto a mirar y cotillear cuando nos hemos cruzado por la calle nada más salir (¿no se darán cuenta de que soy gay? pobrecitas jajaja).
Por cierto, estoy escuxando un disco que me encanta, se llama Emotional Songs, y son canciones dance superconocidas ( como L'amour toujours, Freed from desire, What is love, Free...) pero cantadas en plan acústico, sólo con voz y una guitarra. El resultado es precioso, y está genial para cenas y alguna copa con amiguetes en casa y eso, en plan chill out así relajadete. Y nada más, pasad feliz noxe de reyes y que os traigan muxo carbón, por malos ;-)
Escuxando: Sagi Rei - L'amour toujours (la mejor :-P)

martes, enero 03, 2006

La continuación del comienzo

Me he dado cuenta de que no me he presentado... Y no estaría de más que dijera así un poco quién soy, no? Me llamo Naxo y vivo en las lejanas tierras mañas. Tengo 20 añicos, y estoy estudiando una carrera y eso. Bueno, lo que se dice estudiar, estudio más bien poco (con lo trabajador que yo era...) pero como supuestamente es mi ocupación a tiempo completo, pues algo tengo que poner jeje. En realidad lo que a mí me gusta es estar el máximo tiempo posible con mis amigos, mi pareja (sí, un chico, que la palabra "pareja" queda demasiado ambigua y no me gusta eso), pasar tardes enteras tomando cafés interminables y charlando de todo y nada, diciendo las mayores gilipolleces y de vez en cuando alguna cosa en plan serio..., salir por ahí (aunque estoy en plan tranquilo ultimamente...), ir de compras, escuxar toda la música que quepa en mi cabeza... Básicamente haciendo estas cosillas me paso el 90% del tiempo, y el resto lo uso para ponerme majillo para salir de casa (una de mis superficialidades...), dormir, e ir a clase (que muxos días es un coñazo, pero cuando estamos inspirados y se nos empieza a ir la pinza nos lo pasamos en grande jejeje)
Y nada, por ahora creo ke con esto vale, ya habrá tiempo para contar más cosillas...
Por cierto, suena muy tonto, pero me hace mogollón de ilusión comenzar a escribir en Mi propio mundo :-D Besos!

El comienzo

Llevo varias semanas pensando en comenzar mi propio blog, dándole vueltas a todo lo que me gustaría escribir en él, incluso en los colores que me gustaría que tuviera... Y hoy me he sentado en mi mesa, me he puesto a ello... y me he quedado completamente en blanco. ¡Qué rabia! ¿Será que el calor del radiador me atonta? Puede ser...
Pero bueno, espero que poco a poco vayan surgiendo todas aquellas cosas (ideas, pensamientos, paranoias, tonterías, gracias, cosas serias y profundas...) que pululaban por mi cabeza todos estos días, nerviosas por ver la luz, aunque fuera en un blog tan simple y cutrecillo como este que estoy empezando. Poco a poco trataré de mejorarlo y hacerlo un poquito más "mío", porque en estos momentos no tengo mucha idea de cómo funciona esto... Me siento novato total, como si tuviera puesta una "L" gigantesta en la frente... :D
Aquí iré escribiendo todo aquello que me ocurra y que tenga ganas de contar y de compartir (si es que lo lee alguien, y si no ya lo habré leido yo y me habré desahogado un rato jeje), y pondré todas aquellas cosas que me gustan y que considere que merece la pena meter por aquí...
Y bueno, simplemente deciros que todas vuestras opiniones serán aquí bienvenidas, y que allí donde estéis y seáis quien seáis, espero conoceros pronto. Un abrazo!